Al promediar los años 90, una gran efervescencia juvenil
se dejaba notar en nuestra comuna.
Por alguna razón social, numerosos grupos de adolescentes
y jóvenes se reunían en diversas instancias.
El deporte, que hasta hace pocos años, en nuestra
comuna, era el nutriente de
participación juvenil, especialmente el fútbol, daba paso ahora a otro tipo de
manifestaciones.
Se abría un nuevo abanico que daba acceso a diversas
instancias de participación juvenil y ya
no sólo era el fútbol lo que motivaba a
los adolescentes y los jóvenes.
Ahora, la presencia activa venía a través de los grupos
parroquiales que se multiplicaban cada día.
Pero no solamente la conjunción de los jóvenes se
realizaba en la parroquia. Había también otras posibilidades para que la
juventud se reuniera.
Estaban las organizaciones sociales, los partidos
políticos, los proyectos extra programáticos de educación, las organizaciones
juveniles municipales, las Instituciones de beneficencia.
Los proyectos educativos se habían diseñado con un
carácter de asistencialidad en consideración a las restricciones económicas
pos dictadura. Sin embargo adquirieron
una inusual fuerza de participación juvenil que terminó propiciando actividades
permanentes de solidaridad entre la juventud. De allí surgirían los líderes
juveniles que años más tarde estarían al frente de las decisiones comunales.
En la década de los noventa la comunidad nacional había
salido de una dictadura militar y se gestaba
el reencuentro con la democracia que por tantos años había permanecido exiliada
de nuestra vida cotidiana.
Eran ansias de participación y un abanico de
posibilidades para que la sociedad generara sus nuevos espacios.
Quilicura comenzaba un vertiginoso cambio demográfico que
transformaría para siempre la imagen de
un pueblo rural dedicado a la agricultura.
Las antiguas casas y casonas de adobe dieron paso al
cemento y a las nuevas villas que se establecieron en todos los sectores de lo
que fue el antiguo Quilicura.
Los sectores que por muchos años definieron nuestra
geografía y que los vecinos denominaban: “el pueblo”, “san Luis”, “lo Campino”,
“las Parcelas”, “la Estación” “lo
Zañartu”, dieron paso a otros barrios.
Estos barrios tradicionales y antiguos se trasformaron en
nuevas villas que trajeron grandes cantidades de habitantes de diversos
orígenes y que transformarían la idiosincrasia y la identidad de nuestra
comuna.
En menos de una década, la población de Quilicura varió
de 35.000 habitantes a 80 o noventa mil.
Las villas se multiplicaron.
Los antiguos vecinos vieron como aparecía en la comuna un
“nuevo quilicurano”.
La plaza de la comuna que solamente tenía un carácter
ornamental se transformó en estos años en un lugar de encuentro, especialmente
en los primeros horarios de la noche, instantes en que convergían grupos de
jóvenes a conversar o a participar de las en ciernes batucadas.
Al promediar la década de los noventa eran muchos jóvenes
los que tenían esta necesidad de comunicación y canalizaban sus inquietudes.
Una novedosa actividad dio respuesta a esta necesidad.
Un grupo de jóvenes al amparo de los proyectos del
municipio instalaron una radio comunitaria en la plaza de Quilicura. El formato
era de gran simpleza. Se escuchaba música y se participaba en concursos.
Un grupo de muchachos cada día instalaba unos simples
equipos de sonido y desde una gaceta se enviaban saludos y se dedicaban los
temas musicales.
Los jóvenes denominaron esta experiencia como “radio
Plaza”.
En aquel tiempo las emisoras del dial no otorgaban
espacios a las emisoras comunitarias.
No existían aún.
La radio “plaza”, emitía su programación a partir de las
20.00 horas y coincidía con el término de la estación invernal por lo que tenía
una gran calidez y una creciente presencia de jóvenes.
Jóvenes y muchachas se reunían en los pasillos, en los
jardines, en los escaños y disfrutaban una o dos horas de programa entre risas
y cantos. Los vecinos presenciaban con mucha simpatía la nueva experiencia
juvenil.
Por una casualidad, un día por la tarde, el párroco que
transitaba por la plaza escuchó la música y los saludos.
Ese fue el trampolín para que la radio se trasladara a la
parroquia.
A poco andar en el dial aparecía la flamante radio
Quilicura.
"Canada's sound" orquesta tropical de la Escuela Canadá
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