11/5/12

LA ESCUELA 386, EN EL CORAZÓN DE LA POBLACIÓN




En el mes de agosto del año 1967, se iniciaba en Quilicura un proyecto denominado “operación sitio”. Se trataba de una iniciativa del Gobierno que permitía que familias muy desposeídas se unieran para conformar una organización y rescatar algunos terrenos e iniciar la construcción de viviendas.
Fue se esta manera que alrededor de 300 familias comenzaron a poblar los terrenos de lo que fue el antiguo fundo “Lo Echevers “de propiedad de la familia Vergara que residía en Viña del Mar.
En efecto, estos terrenos expropiados por ley, estaban en el sector sur oriente de Quilicura casi en los faldeos del cerro llamado de “La cruz”.
Gente de muy escasos recursos provenientes de los suburbios de la capital fueron empadronados para iniciar una nueva vida en esta tranquila comuna de Quilicura.
Gente que ilusionada por una nueva vida, con sus enseres y niños lentamente dieron vida a un sector que desde siempre sólo había albergado árboles, flora y fauna silvestre.
La población que emergía fue llamada “María Ruiz Tagle de Frei”.
Las construcciones eran pequeñas viviendas de madera que se levantaban en sitios de no más de 200 metros cuadrados.
En el centro de la población se plantaron árboles y se diseñó lo que sería una plaza.
Se inició una nueva convivencia rompiendo la monotonía y la tranquilidad de un pueblo rural que había permanecido inalterable por muchísimos años.
En el mes de marzo del año 1968, ante la necesidad de brindar educación a los niños que llegaban, se instalaron varias mediaguas que permitirían que los jóvenes profesores las utilizaran como aulas de clases, justamente en el corazón de la población, en la plaza que emergía.
Estas pequeñas aulas de madera fueron el inicio de la Escuela Básica Nº 386, la tercera Escuela de la Comuna de Quilicura.
Alcalde Jorge Indo, durante la ceremonia
inaugural
Al año siguiente, en el mes de mayo de 1969, en un hermoso local rodeado de árboles y flores se levantaba y se inauguraba lo que sería el nuevo colegio de Quilicura para los niños de la población.
Los niños y la comunidad estaban felices. La nueva Escuela era un sueño hecho realidad y se convirtió en el orgullo de los vecinos.
Ya para el año 1970, el plantel contaba con más de 500 alumnos.
Era época de grandes transformaciones sociales y culturales donde la comunidad, los profesores y los vecinos cada día eran protagonistas.
En el año 1971, la Escuela ya se había consolidado y tenía un gran prestigio entre los quilicuranos y las autoridades de la educación. Los jóvenes profesores impregnados  de mística y entusiasmo la convirtieron en un gran referente educativo que basaba sus proyectos en la participación permanente de padres y apoderados.
Una comunidad esencialmente activa.
Todo un acontecimiento social.
En el mes de septiembre gracias al patrocinio de la Embajada de Bulgaria y a la acción permanente del Instituto Búlgaro de Cultura, la Escuela se denominó “Escuela Nº 386, República popular de Bulgaria” 
La historia de Bulgaria, sus costumbres, su cultura, sus personajes históricos y su geografía se hicieron familiares para todos los alumnos y para la comunidad educativa.
La escuela constituía un orgullo no sólo para los apoderados, sino para todos los vecinos y para las autoridades de la época que veían como en aquel sector de Quilicura florecía una cultura diferente.
El arte, la música, el teatro y el deporte eran parte preponderante de la educación de aquel pequeño plantel.
Los niños se encontraban con un colegio que les cobijaba y les hacía felices.
La efervescencia de aquella época se vio abruptamente interrumpida.
Era el año 1973 y el día 11 de septiembre un cruento golpe militar se perpetró en nuestro país y repercutió en todos los rincones de la patria.
Una junta militar tomó por las armas el control de la nación y los ecos del desconcierto y del miedo prontamente llegaron a nuestro pueblo.
El extremo fue cuando los pequeños niños vieron llegar soldados con metralletas que irrumpían en sus salas.
Lo primero que se eliminó fue el nombre del colegio.
Un hermoso monolito recordatorio del día de la inauguración fue removido de su lugar y la Escuela dejó por algún tiempo su identidad.
El paréntesis histórico se prolongaría por muchos años.
En el año 1982, la totalidad de los establecimientos educacionales de enseñanza pública fueron traspasados a los municipios.
La comuna ya contaba con otros establecimientos. La escuela Nº 386 cambió su número y desde abril de 1982 pasó a ser reconocida como Escuela Básica Municipal Nº 337.
Algo similar había ocurrido con el nombre de la población.
María Ruiz Tagle era un nombre que se vinculaba al Gobierno de Don Eduardo Frei Montalva y por lo tanto no permaneció mucho tiempo con esa denominación.
 Ahora se llamaría “El Mañío “como referencia directa a dos  frondosos árboles nativos que permanecieron a la entrada de la población.
A partir del año 1973, la Escuela sufrió un constante hostigamiento que provenía de las políticas emanadas del Gobierno Militar, sin embargo la convivencia pedagógica y el compromiso educativo de su Dirección y su cuerpo educativo nunca decayó.
La esencia y el perfil que ya había adquirido la Escuela, era muy difícil que fuera alterado,
En esta larga y a la vez pequeña historia muchos nombres y apellidos cruzan en esta biografía, muchos maestros, hombres y mujeres que dejaron impregnados los diferentes sellos de la educación. Muchos acontecimientos han escrito cada página de esta escuela hasta el día de hoy.
Lo importante finalmente es que este pequeño plantel enclavado en el corazón del “Mañío”  ha educado generaciones de alumnos, hombres y mujeres que fueron niños y pequeños alumnos y que la vida luego los transformó en padres y apoderados produciéndose un recambio generacional permanente.
No obstante aquello, algo ha permanecido inalterable.
La escuela sigue ubicada en la plaza que la vio nacer y sigue rodeada de árboles y flores, aún los profesores con sus alumnos, al igual que ayer, realizan paseos por el parque y visitan de vez en cuando el cerro cercano que cada día  se hace más pequeño. Aún hoy los alumnos y sus padres recuerdan los nombres de los antiguos directivos y profesores, porque como suele ocurrir, la leyenda de lo que ocurría en esas aulas y en esos patios, se transmite de generación en generación.
En el corazón de la gente anidan nombres y apellidos y sin duda el himno creado en el año 1971 mantiene  su vigencia. “mentes sabias te dirigen y te guían sin cesar”.
Lo más importante: La escuela aún está y permanece allí.

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