En el mes de agosto del año 1967, se iniciaba en Quilicura un proyecto denominado “operación sitio”. Se trataba de una iniciativa del Gobierno que permitía que familias muy desposeídas se unieran para conformar una organización y rescatar algunos terrenos e iniciar la construcción de viviendas.
Fue se esta
manera que alrededor de 300 familias comenzaron a poblar los terrenos de lo que
fue el antiguo fundo “Lo Echevers “de propiedad de la familia Vergara que residía
en Viña del Mar.
En efecto,
estos terrenos expropiados por ley, estaban en el sector sur oriente de
Quilicura casi en los faldeos del cerro llamado de “La cruz”.
Gente de
muy escasos recursos provenientes de los suburbios de la capital fueron empadronados
para iniciar una nueva vida en esta tranquila comuna de Quilicura.
Gente que ilusionada
por una nueva vida, con sus enseres y niños lentamente dieron vida a un sector
que desde siempre sólo había albergado árboles, flora y fauna silvestre.
La población
que emergía fue llamada “María Ruiz Tagle de Frei”.
Las
construcciones eran pequeñas viviendas de madera que se levantaban en sitios de
no más de 200
metros cuadrados .
En el
centro de la población se plantaron árboles y se diseñó lo que sería una plaza.
Se inició
una nueva convivencia rompiendo la monotonía y la tranquilidad de un pueblo
rural que había permanecido inalterable por muchísimos años.
En el mes
de marzo del año 1968, ante la necesidad de brindar educación a los niños que
llegaban, se instalaron varias mediaguas que permitirían que los jóvenes
profesores las utilizaran como aulas de clases, justamente en el corazón de la
población, en la plaza que emergía.
Alcalde Jorge Indo, durante la ceremonia inaugural |
Los niños y
la comunidad estaban felices. La nueva Escuela era un sueño hecho realidad y se
convirtió en el orgullo de los vecinos.
Ya para el
año 1970, el plantel contaba con más de 500 alumnos.
Era época
de grandes transformaciones sociales y culturales donde la comunidad, los
profesores y los vecinos cada día eran protagonistas.
En el año
1971, la Escuela
ya se había consolidado y tenía un gran prestigio entre los quilicuranos y las
autoridades de la educación. Los jóvenes profesores impregnados de mística y entusiasmo la convirtieron en un
gran referente educativo que basaba sus proyectos en la participación
permanente de padres y apoderados.
Una
comunidad esencialmente activa.
Todo un
acontecimiento social.
La historia
de Bulgaria, sus costumbres, su cultura, sus personajes históricos y su
geografía se hicieron familiares para todos los alumnos y para la comunidad
educativa.
La escuela
constituía un orgullo no sólo para los apoderados, sino para todos los vecinos
y para las autoridades de la época que veían como en aquel sector de Quilicura
florecía una cultura diferente.
El arte, la
música, el teatro y el deporte eran parte preponderante de la educación de
aquel pequeño plantel.
La
efervescencia de aquella época se vio abruptamente interrumpida.
Era el año
1973 y el día 11 de septiembre un cruento golpe militar se perpetró en nuestro
país y repercutió en todos los rincones de la patria.
Una junta
militar tomó por las armas el control de la nación y los ecos del desconcierto
y del miedo prontamente llegaron a nuestro pueblo.
El extremo
fue cuando los pequeños niños vieron llegar soldados con metralletas que
irrumpían en sus salas.
Lo primero
que se eliminó fue el nombre del colegio.
Un hermoso
monolito recordatorio del día de la inauguración fue removido de su lugar y la Escuela dejó por algún
tiempo su identidad.
El
paréntesis histórico se prolongaría por muchos años.
En el año
1982, la totalidad de los establecimientos educacionales de enseñanza pública
fueron traspasados a los municipios.
La comuna
ya contaba con otros establecimientos. La escuela Nº 386 cambió su número y
desde abril de 1982 pasó a ser reconocida como Escuela Básica Municipal Nº 337.
Algo
similar había ocurrido con el nombre de la población.
María Ruiz
Tagle era un nombre que se vinculaba al Gobierno de Don Eduardo Frei Montalva y
por lo tanto no permaneció mucho tiempo con esa denominación.
Ahora se llamaría “El Mañío “como referencia
directa a dos frondosos árboles nativos
que permanecieron a la entrada de la población.
A partir
del año 1973, la Escuela
sufrió un constante hostigamiento que provenía de las políticas emanadas del
Gobierno Militar, sin embargo la convivencia pedagógica y el compromiso
educativo de su Dirección y su cuerpo educativo nunca decayó.
La esencia
y el perfil que ya había adquirido la Escuela , era muy difícil que fuera alterado,
En esta
larga y a la vez pequeña historia muchos nombres y apellidos cruzan en esta
biografía, muchos maestros, hombres y mujeres que dejaron impregnados los
diferentes sellos de la educación. Muchos acontecimientos han escrito cada
página de esta escuela hasta el día de hoy.
Lo
importante finalmente es que este pequeño plantel enclavado en el corazón del
“Mañío” ha educado generaciones de
alumnos, hombres y mujeres que fueron niños y pequeños alumnos y que la vida
luego los transformó en padres y apoderados produciéndose un recambio
generacional permanente.
No obstante
aquello, algo ha permanecido inalterable.
La escuela
sigue ubicada en la plaza que la vio nacer y sigue rodeada de árboles y flores,
aún los profesores con sus alumnos, al igual que ayer, realizan paseos por el
parque y visitan de vez en cuando el cerro cercano que cada día se hace más pequeño. Aún hoy los alumnos y
sus padres recuerdan los nombres de los antiguos directivos y profesores,
porque como suele ocurrir, la leyenda de lo que ocurría en esas aulas y en esos
patios, se transmite de generación en generación.
En el
corazón de la gente anidan nombres y apellidos y sin duda el himno creado en el
año 1971 mantiene su vigencia. “mentes
sabias te dirigen y te guían sin cesar”.
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