26/8/11

QUILICURA : DE LA CALMA A LA EFERVECENCIA SOCIAL

Al finalizar la década del 40, la zona norte de Santiago, era una región absolutamente agrícola. Entre Quilicura y Colina una antigua carretera veía noche a noche el transitar de carretones que se dirigían hacia la vega central, los campesinos estaban familiarizados con el fundo San Ignacio, El Molino, el conocido Puente Verde, desde allí venían los canales de regadío entre flores silvestres y sauces llorones
                      Hermoso paisaje de la comuna hacia el oriente

La comuna de Quilicura, recibía el progreso y los avances tardíamente. No podía ser de otro modo.
La carretera era la única ruta que conectaba a sus habitantes con la ciudad de Santiago; justamente a la salida del pueblo un letrero anunciaba esto: Santiago a 12 kilómetros.
No era fácil desplazarse, nadie podía vivir a otro ritmo que no fuera el que esta tierra tenía. No había espacio para la prisa y las urgencias ni siquiera estaban consideradas.
A 12 kilómetros de Santiago, rodeada por cerros y con una única ruta central, nadie podía considerar en sus planes el ir o venir apresurado.
El progreso venía lentamente porque todo era lento. El único vehículo de trnasporte público iba y venía con una frecuencia de una hora o más, era un largo recorrido, dejando y tomando pasajeros, vecinos que traían sus canastos, sus frutas y sus enceres. Eran doce kilómetros que a veces significaban más de dos horas.                                        

                                                            Año 1960, bus 56 en Mapocho


Una vieja micro, de multiplicidad de olores unía la capital de Chile con el pueblo.
Hoy parece una novela, pero efectivamente el casco de los caballos era el único ruido que traía la noche y era el sonido monótono de la madugada que depertaba a los lugareños.
Sin embargo el clima de amistad y de solidaridad era casi irreal.
No había mucha posibilidad de adquirir  un periódico o una revista. Eso había que comprarlo en Santiago.
El pueblo no necesitaba informaciones.
Las noticias venían de boca en boca y de cuadra en cuadra y se estacionaban entre los más viejos.

Los gobiernos liberales o conservadores se sucedían uno tras otro y nuestros campesinos y vecinos, creían sin más trámite, lo que sus políticos le comentaban.
No es de extrañar entonces, que los gobiernos locales, los alcaldes y regidores, turnaran sus aspiraciones y no es difícil suponer que los acuerdos se tomaban en encuentros familiares , en paseos por el fundo o en veladas sociales.
Con la efervececncia de los movimientos sociales, con los ecos de lo que sucedía en el mundo, Quilicura, fue sorprendida por aires nuevos y revolucionarios, el clamor que traía el movimiento de los trabajadores.

Y lejos del mundo, en este extremo del planeta, hombres estudiantes y mujeres modificaron sus lenguaje. Los términos de igualdad, justicia, explotación, organización popular, unidad proletaria, expresiones que nunca se escucharon, empezaron a sonar en forma cotidiana.
En el año 1967, la lucha política se extendió hasta el apacible Quilicura. Un ajetreo de proclamaciones y encuentros no dio tregua.
La lucha por el Gobierno de Chile se daba a tres bandas y fuera de esto, no existía nada más: La izquierda, denominada como comunistas, la derecha, reconocida como momios y los desprestigiados demócratas cristianos.
En el pequeño pueblo, los muros que se pintaban cada año para esperar las fiestas de septiembre, se tapizaron ahora con los colores y nombres de los candidatos : Allende, Alessandri y Tomic.
Todo tenia el perfume y el sello de la contienda política.





De : "Crónicas y biografías de grandes personajes anónimos"

No hay comentarios:

Publicar un comentario