5/3/13

LOS PIONEROS DE LA MÚSICA POPULAR EN QUILICURA: "Los intrépidos"



“LOS INTRÉPIDOS”
La expresión musical de los años sesenta.


En el año 1963 Quilicura era un oasis de tranquilidad y paz.
Un bus recorría las calles de la comuna a lento andar trasportando a los Quilicuranos que iban y venían desde el centro de la capital.
Todo era lento y sin prisas.
Los servicios públicos eran muy limitados y casi imperceptibles: Un cuerpo de bomberos, un retén de carabineros y un consultorio pequeñísimo que pretendía cubrir las necesidades del pueblo.
En el año 1963, Quilicura no contaba  más que con una central telefónica, que disponía de una telefonista que atendía las llamadas de unas cuantas personas que poseían teléfonos domiciliarios. En verdad no eran más de diez o quince teléfonos  y la pequeña central ubicada en la calle José Francisco Vergara cumplía con este servicio durante algunas horas del día.
El resto de la población, unas treinta y cinco mil personas, simplemente no sabían de la existencia de esto y menos aún que los más cercanos al “pueblo”, podían utilizar el único teléfono que había en esta compañía.
Por entonces las comunicaciones no eran una necesidad de la comunidad.
El comercio estaba limitado a unos cuantos boliches que expendían alimentos y que cerraban sus puertas cerca de las siete de la tarde.
Durante el otoño, la plaza de Quilicura exhibía sus árboles que por entonces ya parecían viejos y añosos y al inicio de mayo el suelo se cubría de miles de hojas amarillas.
Las hojas trasformaban sus pasillos en una gruesa alfombra que la llovizna hacía brillar en sus tonos oro y ocre.
Era un espectáculo hermoso pero que  entristecía aún más, el ambiente mísero que exhibía el centro de lo que era nuestra comuna.
Al llegar la noche la plaza y  el pueblo quedaban vacíos.
Antes de la nueve de la noche, la quieta comuna de Quilicura dormía en absoluto silencio y paz.
La comuna contaba sólo con dos establecimientos educacionales lo que significaba que muchos niños y jóvenes viajaban diariamente hacia la capital para completar sus estudios, estos eran los que repletaban junto con obreros y comerciantes el bus número 56, el único transporte público..
Era una tierra quieta y sus habitantes, vecinos conocidos desde siempre, en su mayoría era gente del campo, pequeños agricultores, campesinos e inquilinos. La vida trascurría sin sobresaltos no obstante que en el planeta se desencadenaban una serie de movimientos sociales y culturales que repercutirían en nuestro suelo años más tarde.
Junto a la plaza de Quilicura, hacia el norte, se encontraba el estadio municipal.
No era otra cosa más que una cancha de fútbol con unas viejas galerías de madera que con suerte albergarían ciento cincuenta  personas.
Sin embargo este pequeño estadio que contaba con unos pequeños y sucios camarines formaba parte de los emblemas de la comuna porque tenía la facultad de convocar a la tranquila comunidad local.
Una alameda a la entrada le otorgaba el frescor en las tardes de verano.

En el año 1962, lejos de esta tierra, en el otro extremo del mundo se iniciaba la revolución de la música con el cuarteto de Liverpool The Beatles.
La música en nuestra comuna estaba circunscrita a las quintas de recreo y restaurantes. En estos locales los sábados por la noche llegaban los visitantes a bailar.
Una de estos locales, era la “Quinta Barcelona”, que tenía un grupo musical tipo sonora que deleitaba a los presentes con la música de Pérez Prado y con los ritmos caribeños y colombianos que eran el delirio de los bailarines. Allí se hacían presentes algunos  músicos locales con sus escasos instrumentos.
A una cuadra de la Quinta, al atravesar la plaza, se encontraba el estadio que albergaba la fiesta de los domingos que era el fútbol.
De vez en cuando, en el recinto se hacían algunas actividades extradeportivas. Estas festividades estaban limitadas a las tradiciones “dieciocheras” donde las familias acudían para que sus hijos pequeños se divirtieran.

En esta ambiente y por estos años unos jóvenes iniciaban un camino inexplorado, eran los amantes de la música popular que ya se abría paso imperceptiblemente en estas latitudes.
Antes de aquello la música era más bien familiar y las guitarras se escuchaban en las ramadas y en las tertulias donde predominaban los valses, las tonadas y las rancheras mexicanas.
En el año 1963, la historia cambiaría y como suele ocurrir, el cambio venía de la mano de los jóvenes.
Uno de ellos, Hugo Rozas,  que formaba parte de las sonoras bailables comenzó a redescubrir la música que nos llegaba de Europa y los acordes de su guitarra empezaron a ejecutar a grupos musicales diferentes que las radioemisoras se atrevían a programar. No había aún los cassettes e era impensado el CD. A lo más en uno que otro hogar estaba la vieja victrola en la que se escuchaban los tangos o algún tocadiscos que reproducía los pesados long play con música de orquestas.
La primera radio que se escuchó en Quilicura fue en el año 1957.
Hacer música era dificilísimo, porque no se contaba con ningún medio para ello.
La herramienta en esencia era el oído.
En Uruguay irrumpía el conjunto “Los iracundos” que tendría una gran influencia en la música de los grupos chilenos y que en algún grado escapaba al concepto de la “nueva ola” que se empoderaría de los rankings nacionales y que tenía su origen en las baladas italianas.
Las emisoras hicieron escuchar dos ritmos que hacían furor en el mundo occidental: el rock and roll y el Twist, ambos se definían como “locura de juventud” y alternaban sus programaciones con la música mexicana que era lo que predominaba en nuestros oídos.
En Quilicura, como hemos dicho, la música como expresión popular se encapsulaba en las quintas de recreo.
En estos años, al inicio de los sesenta, Hugo deambulaba con su guitarra y donde había la posibilidad hacía escuchar estos nuevos ritmos. Era músico sólo de oído porque escasamente tenía estudios de preparatoria.
Finalmente logró constituir un grupo musical que interpretaba los nuevos ritmos sólo con guitarras acústicas.
Pasarían varios años para que en Quilicura sonara la primera guitarra eléctrica.
El nuevo grupo, el pionero de los grupos de la comuna se denominó “Los intrépidos”, y fueron cinco jóvenes los que le dieron forma: Hugo Rozas (el negro), Pedro Ríos, Freddy González, Jeremías Riveros  y Pablo Vergara.
Podían hacer su música en la plaza, en la calle, en una casa o en cualquier lugar, todos tenían como una única escuela el oído.
Por aquellos años, Quilicura era una aldea quieta y no contemplaba encuentros de ningún tipo, todo se limitaba al fútbol y a la participación religiosa en las dos únicas iglesias que había: la Iglesia Católica y El culto evangélico. Los jóvenes de ayer canalizaban sus inquietudes e intereses en estos escenarios.
El grupo “Los intrépidos”, participaba en algunos “malones”.
Los “malones”, era una fiesta de tipo familiar en que se reunían grupo de adolescentes y jóvenes donde consumían bebidas, realizaban juegos y escuchaban música. Eran las únicas fiestas juveniles y que se iniciaban cerca de la 20.00 horas y nunca se excedían más allá de la medianoche.
Tampoco eran muchas.
La vida familiar estaba estructurada bajo una disciplina que impedía que las “señoritas”, circularan durante la noche a no ser que lo hicieran con sus padres o hermanos mayores. En razón de esto, los malones se realizaban los sábados por la tarde y era el único momento donde la expresión juvenil podía canalizarse.
El grupo musical “Los intrépidos”, participó en algunos de estos malones entregando la nueva música que años más tarde se masificaría en todo el país.
Junto con el Twist, el rock and roll y  la nueva ola, surgía el sonido de los Beatles, ritmos que los miembros de los grupos incluían en sus ensayos.
Fue en el año 1966 que “los intrépidos” irrumpieron en las fiestas de Quilicura y rápidamente el público los reconoció.
El estadio municipal albergaba un encuentro artístico cultural preferentemente folklórico y los músicos subieron al escenario con sus guitarras y su batería.
El escenario era una pequeña tarima de madera y la amplificación contaba con tres micrófonos, lo suficiente para que esa tarde el público escuchara las canciones de “iracundos”, las baladas de Tom Jones y las canciones de los Beatles.
Esa tarde se escuchó por primera vez el repertorio de estos jóvenes y la gente quedó encantada con los nuevos artistas. Estuvieron interpretando sus temas cerca de media hora y Hugo haciendo alarde de sus aptitudes para puntear el nuevo sonido que ya recorría los diferentes lugares del planeta.
Entre las melodías de mayor logro estaba “calla” y “la lluvia caerá “de los iracundos. Por otra parte Jeremías, lucía su falsete con las canciones de Yaco Monti y Tom Jones con la interpretación de “Que tienen tus ojos “y  “Dalila”.
Freddy, era admirado porque la ejecución de la batería era atractivo para los muchos niños que había esa tarde y porque los jóvenes se contagiaban con el ritmo de los tambores y los platillos.
Aquella tarde de agosto del año 1966 surgió para la comuna la banda “los intrépidos” que permanecerían unidos y renovándose por varios años.
 Al inicio de los años setenta la banda se convertiría en “sólido cinco”.
Es difícil imaginar hoy estos escenarios de ayer.
Al presente la tecnología del sonido y la iluminación, la utilización del computador para la realización de la música y los cientos de recursos acústicos musicales impiden dimensionar lo muchísimo que significó aquello en esos años.
La vida era muy simple entonces.
La vida no otorgaba espacios para el desarrollo artístico en lugares como Quilicura que siempre fue en esencia una comuna rural de tipo campesino.
Hacía falta mucha motivación, dedicación y cariño para emprender una ruta musical.
Sin embargo en las situaciones y en las condiciones más adversas, irremediablemente el talento siempre se abrirá paso.
Hugo murió en un accidente laboral, Pablo nos dejó muy tempranamente antes de cumplir 30 años, Freddy falleció en un trágico accidente automovilístico.
Jeremías Riveros padeció una gravísima enfermedad que le llevó a su deceso.
Pedro, que era el bajista, al quedar solo, legó la música a su hijo.
Quilicura y “los intrépidos” forman esta página de nuestra pequeña historia.
Luego vendrían muchos más pero ellos, no podían permanecer en el olvido.
Había que tenerlos en la memoria.
Nada más pretende esta pequeña crónica.

2 comentarios:

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