9/1/13

VILLA PARINACOTA


 EL ROSTRO DEL NOSTÁLGICO QUILICURA ESTABA CAMBIANDO


Hacia el año 1970, Quilicura, pequeña comuna de santiago, tenía unos límites muy definidos. Era algo así como una reserva enclavada entre cuatro puntos que mantenían fuertemente enraizada una cultura y una identidad.
La singular geografía permitía esto:
Por el norte el límite natural era la comuna de Lampa, que se mezclaba con los pajonales y los totorales donde era imposible transitar.
Después de los pajonales venía la Comuna de Lampa.
Por el sur, Quilicura limitaba con la Comuna de Renca.
El viejo y empolvado camino de tierra que conducía a la vecina comuna tenía unos añosos alambrados y un cartel escrito sobre una tabla que rezaba: “Límite de Renca”. Esta era la única ruta que nos llevaba a nuestro cementerio local y más allá para nosotros estaba Renca.
Teníamos por el este la carretera panamericana que cortaba nuestra comuna y era el límite para referirnos que más allá de esa ruta había otras aldeas algo más cercanas a la capital.
Quilicura hacia el oeste tenía como límite un sector llamado “El noviciado”.
Aunque en verdad para nosotros todo terminaba con el fundo San Luis. Una enorme hacienda que conectaba con nuestro pueblo pero que perdía su huella entre los sembrados del fundo hacia la localidad del “noviciado”.
La hacienda de San Luis era de enorme extensión y había tenido su apogeo en la década de los años cincuenta.
Estaba pues Quilicura enclavada en su paisaje y en su breve historia.
Su fundación había sido a principios del siglo cuando un grupo de vecinos dedicados al comercio y a la agricultura  habían decidido independizarse de la comuna de Renca que absorbía toda la circunscripción jurídica.

La vida venía de este modo, en la pasividad del campo y en la quietud de los inquilinos y campesinos que habitaban esta zona.
A inicio de los años setenta Quilicura contaba con unos 35 mil habitantes.
La comuna era apacible con un dejo de pueblo rural del sur de nuestro país que se negaba al progreso y a la tecnología.
Por décadas así de había vivido y sus habitantes no tenían mayor razón de cambiar esta forma de convivir.
Sin embargo llegaban los setenta con la gran efervescencia social que venía transformando al planeta y con el poderío en cierne de las comunicaciones porque la televisión lo había trastocado todo.
Quilicura no fue ajena a todo el movimiento mundial de los jóvenes y las nuevas innovaciones de la tecnología.
La señal de aviso para las transformaciones que sufriría la comuna la dieron dos nuevas poblaciones que se insertaron en nuestra cultura local, esta fueron la Villa Gildemeister y la población María Ruiz Tagle de Frei.
A fines de los años sesenta, hubo un hecho trascendental que permitió que el paisaje de Quilicura cambiara. Esto fue la reforma agraria.
La reforma agraria permitió que en Chile se expropiaran algunos fundos y que los campesinos y trabajadores de la tierra se adjudicaran algunas pequeñas parcelas.
En Chile la práctica del latifundio dio paso hacia las pequeñas cooperativas  de campesinos.
Y junto con el despertar de las conciencias sociales, vino también la reacción a través de un golpe de estado en septiembre del año 1973.
No fue un hecho aislado, los militares intervenían con su poder y su fuerza en todas las débiles repúblicas americanas.
Bajo un drástica dictadura militar, los chilenos y los quilicuranos vivieron tres décadas.
Sin embargo con el advenimiento de la democracia en Quilicura se sucedieron dos hechos que cambiarían definitivamente nuestra fisonomía:
Uno de ellos fue el impulso de la vivienda que era el mayor drama que vivían los sectores más desposeídos de la sociedad.
El otro hecho, fue el re diseño del plano regulador que permitiría que en esta zona norte de Santiago emergieran una inimaginable cantidad de poblaciones y villas. Quilicura fue la comuna asignada para que se desarrollara el crecimiento poblacional y esto varió la demografía de lo que era la apacible comuna rural de las décadas anteriores.
Al inicio de los años noventa, los terrenos del fundo San Luis, otrora tierra de sembrados, de ganados, de árboles frutales y de grandes plantaciones agrícolas se desmenuzó en pequeños predios y terrenos destinados para las constructoras habitacionales.
Hacia el poniente de Quilicura, se inició la construcción de muchos blocks, edificios de tres pisos destinados para las personas de escasos recursos que postulaban a tener viviendas propias y dignas.
Al inicio de los años noventa llegarían numerosas familias a instalarse en una nueva y  floreciente villa.
El camino central llamado San Luis se mantuvo y junto a este vía central en espacios casi baldíos y abruptos, se levantó un gran conjunto habitacional llamado Parinacota.
Y fueron poblados rápidamente, aún sin los mínimos servicios de urbanidad.
Era gente muy pobre.
La mayoría eran “allegados “que por mucho tiempo vivieron al alero de sus familias compartiendo la pobreza, la promiscuidad, el abandono y la discriminación social.
Hoy tendrían un hermoso departamento. La casa propia.
Venían principalmente de las comunas cercanas a la periferia de la capital:
Recoleta, Pudahuel, Conchalí, Independencia.
Llegaron con una carga de sueños e ilusiones para compartir la vida en este nuevo Quilicura.
La vida les daría una nueva oportunidad.
Eran gentes que con mucha emoción recibían las llaves de sus nuevas viviendas y por fin contarían con un baño y una cocina propia.
Esto era nuevo para ellos, al menos para la mayoría.
A fines del año 1993 la Villa Parinacota ya se había poblado definitivamente y Quilicura junto con ellos cambiaba abrúptamente su fisonomía.
En el año 1994, el Presidente Eduardo Frei Ruiz Tagle, visitaba la comuna de Quilicura y entre un gran ajetreo de estudiantes y pobladores se inauguraba la Escuela  María Luisa Sepúlveda  y la flamante Villa Parinacota.
Los 60 mil habitantes con que contaba la comuna hacia los años 90 se duplicarían en la década siguiente.
La gente llegó atraída por el paisaje de Quilicura, por su apacible quietud y el entorno semi rural; sin embargo sin saberlo y sin darse cuenta, fueron ellos mismos los  que cambiaron la postal de los años anteriores.
El sector poniente de la comuna de pronto vio que las aves, los insectos y las flores silvestres abandonaron su hábitat.
El mítico Cristo de san Luis permaneció en el mismo lugar donde había sido ubicado en los años 40 pero ahora en torno a él crecía una nueva villa.













                                                                                           

                                                        Pueblo de "Parinacota" en la región de Atacama

2 comentarios:

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