19/7/12

QUILICURA EN EL AÑO 1962: Los días del “mundial”

NO TENÍAMOS TV, EL RELATO RADIAL ERA SÓLO EMOCIÓN



El año 1962 constituye en Chile una fecha memorable.
Ese año nuestro país organiza por primera y única vez en su historia un campeonato mundial de fútbol.
Un   gran orgullo por siempre para los chilenos.
Quilicura era por entonces una comuna y un pueblo rural.
Nuestra población difícilmente llegaría a las 40 000 personas y por lo tanto esta tierra era una pequeña aldea de carácter familiar.
El pueblo de Quilicura era muy pacífico y el centro se  ubicaba en la calle Vergara entre San Martín y O’higgins.
Este centro cívico y comercial eran las  cuatro cuadras donde se instalaban algunos pequeños almacenes: fuente de soda, carnicería, verdulerías y la plaza de Quilicura que albergaba el retén de Carabineros, la Municipalidad y el Cuerpo de Bomberos.
El centro de Quilicura se extendía hacia el poniente hasta la calle San Martín.
Hacia el este, sus límites eran el viejo cine México y el restaurante de los  Quilicuranos.
A un costado de la plaza estaba la Quinta Barcelona y más allá por calle Ohiggins el antiguo Estadio Municipal.
Esto era el centro de Quilicura, lo que los lugareños denominaban “el pueblo”
En el año 1962 se demarcaban otros  sectores geográficos que permitían a los quilicuranos identificar sus barrios y sus zonas.
Cada quien decía donde vivía: En las “parcelas”, en lo “Zañartu”, en “Santa Luisa”…
Una sola vía permitía al viajero acceder hacia Quilicura.
Era la calle Matta que se iniciaba en el cruce con la carretera Panamericana que por aquellos años sólo contaba con dos vías.
Viniendo por Matta hacia el poniente estaban los sectores quilicuranos que constituían la pertenencia y el orgullo de los vecinos.
El recorrido era este: “La Estación”, “Lo Zañartu”, “Las Parcelas”, “La vuelta de los ciruelos”, El fundo la “Chacarillas”, “Lo Bascuñan”, “el pueblo” y finalmente “San Luis” y “Santa Luisa.
En el año 1962, esto era Quilicura.
Enredaderas y flores silvestres, mariposas multicolores y aves, árboles frutales, álamos, acacias y sauces llorones era el paisaje que había a cada costado de la única vía central que serpenteaba nuestro pueblo.
Los cercos eran viejísimas paredes de adobes, zarzamoras y empalizadas.
Cada cierta cantidad de metros se levantaba un poste de madera con una débil ampolleta que permitía al menos al caminante divisar la calle en las oscuras noches de nuestra aldea.
Las luces del pueblo se perdían a las pocas cuadras.
El amanecer era el trinar de  miles de pajarillos y el cantar de los gallos en uno y otro sector de Quilicura.
Había poquísimos vehículos motorizados porque el medio de transporte más usado era el bus de la locomoción colectiva, la bicicleta y los carretones tirados por un caballo. De tal manera que el desplazamiento era muy lento y no había lugar para la prisa. Seguramente en el resto del país, en los sectores más apartados la vida era similar.
En el año 1962, en nuestra pequeña aldea, la principal distracción  de los niños y jóvenes sin duda, era el fútbol.
El fútbol despertaba la pasión de los distintos sectores de la comuna porque cada club era representativo de cada barrio.
Los antagonismos eran entre “Ferroviarios” que obviamente era el representante de “la estación” y “San Luis”, que correspondía a la población del mismo nombre, que se había levantado en el sector poniente de Quilicura hacia el año 1956.
Pero también estaba el club “Atlético Cóndor” que había surgido en el pueblo y que rivalizaba con “Defensor” y el “Biblioteca”, una de las más prestigiosas instituciones.
En el sector de parcelas se encontraba el club “Colonia” y “Unión Parcelas” que disputaban el barrio del mismo nombre.
Una nueva población, había hecho surgir el club deportivo “Real san Francisco”.
En el año 1962 ese era el panorama del fútbol en la comuna y eran estos clubes los que encendían las mayores pasiones en los torneos locales y sin duda a través de  este deporte, se canalizaba toda la energía de los jóvenes y niños de esos años.
En Quilicura, los domingos eran días de fútbol de empanadas y pan amasado.
Club "Defensor Quilicura"

Fue en 1962 que se realizó en Chile, el campeonato mundial de fútbol copa Jules Rimett.
Al igual que en el resto del país, el entusiasmo se desató como nunca antes se había visto, era sin duda el mayor acontecimiento que se había vivido en estas latitudes.
Y el eco del mundial de fútbol también llegó hasta este apacible villorrio.
En esos meses previos todo era una efervescencia futbolística. No sólo los jóvenes, sino también los niños se dedicaban a coleccionar láminas con los jugadores de los clubes que participaban en el mundial y todo tipo de recortes, de revistas y periódicos que hablaban de esta fiebre futbolera.
La principal revista deportiva era “Estadio”, que llenaba páginas y páginas con las andanzas previas del seleccionado nacional y los que serían los héroes de campeonato que se avecinaba.
En la comuna fueron suspendidos los partidos del campeonato local porque bien presumían los dirigentes, que todo el mundo se concentraría en las transmisiones de tan magno evento.
Las escuelas del país adelantaron las vacaciones y los niños participarían también de la fiesta.
No era tan aventurero pensar que Chile sería el campeón del  mundo
Algunos escasos quilicuranos habían obtenido las entradas para asistir al Estadio Nacional y presenciarían los encuentros que partían el 30 de mayo y perdurarían todo el mes de junio.
La televisión daba sus primeros pasos en nuestro país y según decía la prensa de esos años, los partidos de la selección chilena serían televisados.
Quilicura difícilmente contaría con dos o tres aparatos de televisión de las familias más adineradas de la comuna. El resto sólo sería partícipe de las transmisiones radiales.
Quilicura era una apacible comuna que dormía tempranamente.
No había mucho que esperar de la noche.
Las frías noches del mes de mayo, la escasa iluminación pública y el comercio que cerraba los pequeños “boliches “cerca de las seis de la tarde, creaban las condiciones para que prácticamente nadie deambulara por las callejas después de las 21 o 22 horas.
Una absoluta quietud cubría la aldea.
Quilicura dormía apaciblemente y sólo despertaba cuando se escuchaba el único motor del primer bus local cerca de las seis y media de la mañana.
Así se iniciaba el día.
La mayoría de nuestra gente eran agricultores, inquilinos campesinos y pequeños comerciantes o artesanos.
Iban de mañana a sus labores y regresaban a sus hogares al atardecer.
La historia pareció detenerse y por muchos años así vivió este pueblo.
Pero “el mundial de fútbol” algo alteró esta calma permanente.
El día domingo 30 de mayo cerca de las dos de la tarde, se escuchaban las transmisiones radiales. En cada esquina o sector el fútbol y el relato de los comentaristas estaban presentes.
La calle del pueblo traía el eco del mundial desde cada hogar.
Cada club contaba con una “secretaría”, que era la sede o el lugar del encuentro de los socios y simpatizantes. Ese día domingo como el resto del torneo, las “secretarías” permanecieron abiertas y muchos niños y jóvenes se reunían a escuchar el partido.
No era lo mismo estar solo que compartir las derrotas o los triunfos con un grupo de amigos.
Los relatos de Darío Verdugo, Sergio Silva, Julio Martínez y Hernán Solís eran apasionantes.
“Una hermosa y colorida tarde de sol en nuestro principal recinto deportivo, en las gradas del nacional una setenta mil almas esperan ansiosas el debut de nuestra selección...”
La fiesta que vivió el país también la vivimos acá.
Ese domingo Chile venció a Suiza por tres a uno y Quilicura estuvo despierta hasta más tarde, al menos así ocurrió en el centro del pueblo, en la esquina de la “botica”, donde las jugadas de los chilenos fueron comentadas una y otra vez por los que más sabían de fútbol y el centro de atracción era aquel amigo que esa tarde inolvidable estuvo en las gradas del Estadio Nacional.
Alguno comentó  que fue a ver el partido por la TV, porque en Santiago se instalaron algunos aparatos en las calles, y la frase más escuchada fue “se veía todo clarito”.
Sin embargo la inmensa  mayoría de los quilicuranos siguieron los partidos a través de la transmisión radial y luego con el paso de los años, nos dimos cuenta que el relato vibrante que nos hicieron, no estaba para nada lejos de la realidad.
En el año 1962, al inicio de la música de los Beatles, todo se concentró en una pelota de fútbol de color café.
La emoción que vivimos en aquellos años y especialmente ese mes de junio sería imborrable para nuestros oídos.
Fue un mes muy corto, extremadamente corto que marcó para siempre a toda una generación.
Extrañamente el sol se dejó ver en cada jornada, un detalle en el que muy pocos repararon.
La selección Chilena con Escuti, Eyzaguirre, Sánchez, Navarro, Contreras, Rojas, Ramírez, Toro, Landa, Foullioux y Leonel Sánchez ocupó el tercer lugar en el mundo y  convirtieron al team, al igual que el “rock del mundial”, en una leyenda
En el mes subsiguiente, unas vez más las heladas y la escarcha de la mañana volverían a los quilicuranos a su vida habitual.
El mundial de fútbol de 1962 había quedado en el recuerdo.

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