NO TENÍAMOS TV, EL RELATO RADIAL ERA SÓLO EMOCIÓN
El año 1962
constituye en Chile una fecha memorable.
Ese año
nuestro país organiza por primera y única vez en su historia un campeonato
mundial de fútbol.
Un gran orgullo por siempre para los chilenos.
Quilicura
era por entonces una comuna y un pueblo rural.
Nuestra
población difícilmente llegaría a las 40 000 personas y por lo tanto esta
tierra era una pequeña aldea de carácter familiar.
El pueblo
de Quilicura era muy pacífico y el centro se
ubicaba en la calle Vergara entre San Martín y O’higgins.
Este centro
cívico y comercial eran las cuatro
cuadras donde se instalaban algunos pequeños almacenes: fuente de soda,
carnicería, verdulerías y la plaza de Quilicura que albergaba el retén de
Carabineros, la Municipalidad
y el Cuerpo de Bomberos.
El centro
de Quilicura se extendía hacia el poniente hasta la calle San Martín.
Hacia el
este, sus límites eran el viejo cine México y el restaurante de los Quilicuranos.
A un
costado de la plaza estaba la Quinta
Barcelona y más allá por calle Ohiggins el antiguo Estadio Municipal.
Esto era el
centro de Quilicura, lo que los lugareños denominaban “el pueblo”
En el año
1962 se demarcaban otros sectores geográficos
que permitían a los quilicuranos identificar sus barrios y sus zonas.
Cada quien
decía donde vivía: En las “parcelas”, en lo “Zañartu”, en “Santa Luisa”…
Una sola
vía permitía al viajero acceder hacia Quilicura.
Era la
calle Matta que se iniciaba en el cruce con la carretera Panamericana que por
aquellos años sólo contaba con dos vías.
Viniendo
por Matta hacia el poniente estaban los sectores quilicuranos que constituían
la pertenencia y el orgullo de los vecinos.
El
recorrido era este: “La
Estación ”, “Lo Zañartu”, “Las Parcelas”, “La vuelta de los
ciruelos”, El fundo la “Chacarillas”, “Lo Bascuñan”, “el pueblo” y finalmente
“San Luis” y “Santa Luisa”.
En el año
1962, esto era Quilicura.
Enredaderas
y flores silvestres, mariposas multicolores y aves, árboles frutales, álamos,
acacias y sauces llorones era el paisaje que había a cada costado de la única
vía central que serpenteaba nuestro pueblo.
Los cercos
eran viejísimas paredes de adobes, zarzamoras y empalizadas.
Cada cierta
cantidad de metros se levantaba un poste de madera con una débil ampolleta que
permitía al menos al caminante divisar la calle en las oscuras noches de nuestra
aldea.
Las luces
del pueblo se perdían a las pocas cuadras.
El amanecer
era el trinar de miles de pajarillos y
el cantar de los gallos en uno y otro sector de Quilicura.
Había
poquísimos vehículos motorizados porque el medio de transporte más usado era el
bus de la locomoción colectiva, la bicicleta y los carretones tirados por un
caballo. De tal manera que el desplazamiento era muy lento y no había lugar
para la prisa. Seguramente en el resto del país, en los sectores más apartados
la vida era similar.
En el año
1962, en nuestra pequeña aldea, la principal distracción de los niños y jóvenes sin duda, era el
fútbol.
El fútbol
despertaba la pasión de los distintos sectores de la comuna porque cada club
era representativo de cada barrio.
Los
antagonismos eran entre “Ferroviarios” que obviamente era el representante de “la
estación” y “San Luis”, que correspondía a la población del mismo nombre, que
se había levantado en el sector poniente de Quilicura hacia el año 1956.
Pero también
estaba el club “Atlético Cóndor” que había surgido en el pueblo y que
rivalizaba con “Defensor” y el “Biblioteca”, una de las más prestigiosas
instituciones.
En el sector
de parcelas se encontraba el club “Colonia” y “Unión Parcelas” que disputaban
el barrio del mismo nombre.
Una nueva población,
había hecho surgir el club deportivo “Real san Francisco”.
En el año
1962 ese era el panorama del fútbol en la comuna y eran estos clubes los que
encendían las mayores pasiones en los torneos locales y sin duda a través de este deporte, se canalizaba toda la energía de
los jóvenes y niños de esos años.
En
Quilicura, los domingos eran días de fútbol de empanadas y pan amasado.
Club "Defensor Quilicura"
Club "Defensor Quilicura"
Fue en 1962
que se realizó en Chile, el campeonato mundial de fútbol copa Jules Rimett.
Al igual
que en el resto del país, el entusiasmo se desató como nunca antes se había
visto, era sin duda el mayor acontecimiento que se había vivido en estas
latitudes.
Y el eco
del mundial de fútbol también llegó hasta este apacible villorrio.
En esos
meses previos todo era una efervescencia futbolística. No sólo los jóvenes,
sino también los niños se dedicaban a coleccionar láminas con los jugadores de
los clubes que participaban en el mundial y todo tipo de recortes, de revistas
y periódicos que hablaban de esta fiebre futbolera.
La
principal revista deportiva era “Estadio”, que llenaba páginas y páginas con
las andanzas previas del seleccionado nacional y los que serían los héroes de
campeonato que se avecinaba.
En la
comuna fueron suspendidos los partidos del campeonato local porque bien presumían
los dirigentes, que todo el mundo se concentraría en las transmisiones de tan
magno evento.
Las
escuelas del país adelantaron las vacaciones y los niños participarían también
de la fiesta.
No era tan
aventurero pensar que Chile sería el campeón del mundo
Algunos
escasos quilicuranos habían obtenido las entradas para asistir al Estadio Nacional
y presenciarían los encuentros que partían el 30 de mayo y perdurarían todo el
mes de junio.
La
televisión daba sus primeros pasos en nuestro país y según decía la prensa de
esos años, los partidos de la selección chilena serían televisados.
Quilicura difícilmente
contaría con dos o tres aparatos de televisión de las familias más adineradas
de la comuna. El resto sólo sería partícipe de las transmisiones radiales.
Quilicura
era una apacible comuna que dormía tempranamente.
No había
mucho que esperar de la noche.
Las frías
noches del mes de mayo, la escasa iluminación pública y el comercio que cerraba
los pequeños “boliches “cerca de las seis de la tarde, creaban las condiciones
para que prácticamente nadie deambulara por las callejas después de las 21 o 22
horas.
Una
absoluta quietud cubría la aldea.
Quilicura
dormía apaciblemente y sólo despertaba cuando se escuchaba el único motor del
primer bus local cerca de las seis y media de la mañana.
Así se
iniciaba el día.
La mayoría
de nuestra gente eran agricultores, inquilinos campesinos y pequeños
comerciantes o artesanos.
Iban de
mañana a sus labores y regresaban a sus hogares al atardecer.
La historia
pareció detenerse y por muchos años así vivió este pueblo.
Pero “el
mundial de fútbol” algo alteró esta calma permanente.
El día
domingo 30 de mayo cerca de las dos de la tarde, se escuchaban las
transmisiones radiales. En cada esquina o sector el fútbol y el relato de los
comentaristas estaban presentes.
La calle
del pueblo traía el eco del mundial desde cada hogar.
Cada club
contaba con una “secretaría”, que era la sede o el lugar del encuentro de los
socios y simpatizantes. Ese día domingo como el resto del torneo, las “secretarías”
permanecieron abiertas y muchos niños y jóvenes se reunían a escuchar el
partido.
No era lo
mismo estar solo que compartir las derrotas o los triunfos con un grupo de
amigos.
Los relatos
de Darío Verdugo, Sergio Silva, Julio Martínez y Hernán Solís eran
apasionantes.
“Una
hermosa y colorida tarde de sol en nuestro principal recinto deportivo, en las
gradas del nacional una setenta mil almas esperan ansiosas el debut de nuestra
selección...”
La fiesta
que vivió el país también la vivimos acá.
Ese domingo
Chile venció a Suiza por tres a uno y Quilicura estuvo despierta hasta más
tarde, al menos así ocurrió en el centro del pueblo, en la esquina de la
“botica”, donde las jugadas de los chilenos fueron comentadas una y otra vez
por los que más sabían de fútbol y el centro de atracción era aquel amigo que
esa tarde inolvidable estuvo en las gradas del Estadio Nacional.
Alguno comentó
que fue a ver el partido por la TV , porque en Santiago se
instalaron algunos aparatos en las calles, y la frase más escuchada fue “se
veía todo clarito”.
Sin embargo
la inmensa mayoría de los quilicuranos
siguieron los partidos a través de la transmisión radial y luego con el paso de
los años, nos dimos cuenta que el relato vibrante que nos hicieron, no estaba
para nada lejos de la realidad.
En el año
1962, al inicio de la música de los Beatles, todo se concentró en una pelota de
fútbol de color café.
La emoción
que vivimos en aquellos años y especialmente ese mes de junio sería imborrable
para nuestros oídos.
Fue un mes
muy corto, extremadamente corto que marcó para siempre a toda una generación.
Extrañamente
el sol se dejó ver en cada jornada, un detalle en el que muy pocos repararon.
La
selección Chilena con Escuti, Eyzaguirre, Sánchez, Navarro, Contreras, Rojas,
Ramírez, Toro, Landa, Foullioux y Leonel Sánchez ocupó el tercer lugar en el
mundo y convirtieron al team, al igual
que el “rock del mundial”, en una leyenda
En el mes
subsiguiente, unas vez más las heladas y la escarcha de la mañana volverían a
los quilicuranos a su vida habitual.
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