EN EL TELEVISOR INSTALADO EN LA PLAZA SE ESPERA EL ACONTECIMIENTO...
La
televisión en Chile comenzó a desarrollarse con ocasión del mundial de fútbol
en el año 1962.
Antes de
aquel acontecimiento los niños de esa época solíamos leer revistas de cómics
con las aventuras de los héroes del oeste y otras similares.
Una de esas
revistas era “La pequeña Lulú”, que relataba los hechos cotidianos de niños y
niñas de algún barrio de del país del norte.
Era allí en
esas revistas de cómics, que nosotros supimos de la existencia de los aparatos
de TV, pues con toda la naturalidad del mundo esos pequeños personajes veían la TV en su living.
Pasarían
algunos años para que en nuestro país la
TV se masificara y pudiera estar al alcance de todos los
hogares, de modo similar a como veían Lulú Anita y Tobi
En
Quilicura al término de los años sesenta, ocurría un hecho muy pintoresco.
En realidad
esta plaza, fue el centro cívico de lo
que era por entonces nuestra Institucionalidad: El edificio municipal, el Retén
de Carabineros, la Compañía
de Bomberos, más allá las oficinas del correo y hacia el este, el viejo “Cine
México”.
La plaza
albergaba además, la Quinta
de recreo Barcelona y el restaurante “Los Quilicuranos”.
Era la
típica plaza presente en todas las comunas de Chile.
Lo
pintoresco era que en el año 1968, la Municipalidad había instalado en el centro de la
plaza un aparato de televisor.
Era un TV de 32 pulgadas con base y
carcasa de madera y con un sistema de controles de perilla, como lo eran todos
los de esa época.
Para su
protección, estaba instalado en un compartimento de fierro y protegido con
candado. Un cable salía hacia el exterior porque a cierta altura se ubicaba una
antena receptora.
Cada día se
juntaba allí un numerosos grupo de personas que con mucho entusiasmo seguían
algunas series de la televisión de los únicos dos canales que conformaban el
menú de esos días.
La mayoría
de los concurrentes eran niños y jóvenes que a esa hora del atardecer se
encontraban con amigos y amigas y tenían como pretexto el mirar la televisión.
Por esos
días nuestra comuna tenía aún el aspecto de pueblo provinciano, con escaso
movimiento de gente, con una iluminación casi imperceptible en las noches de
niebla y en las calles solitarias, la
quietud impasible de los pueblos más
recónditos del país.
La mayoría
de las personas ya se encontraban en sus hogares antes de las 21 horas y sobre
la comuna reinaba el silencio y la tranquilidad.
Generalmente
el televisor lo encendía Fernando a eso de las 19.00 horas y allí con mucha
paciencia esperaba que dieran las 22.00 horas para apagar la pantalla en blanco
y negro.
La plaza,
en los días otoñales, cubría de grandes hojas amarillas sus pequeños senderos y
a través de los añosos árboles la luna se veía enorme.
Era el
tiempo y el lugar propicio para que algunas jóvenes parejas dialogaran y
“pololearan” junto a los jardines.
En el mes
de julio del año 1969, había una razón especial para que la gente llegara hasta
la plaza a ver la televisión.
La noche
del día domingo 20 de julio los medios
informativos habían anunciado la llegada del hombre a la luna.
La noticia
tenía en expectación al mundo y en Quilicura no fue de otro modo.
Siempre las
noticias nos llegaban con cierto retraso, pero nos llegaban.
Era el
gran acontecimiento histórico, la gran
noticia del siglo.
Desde el
año 1960 La Unión Soviética
y los EEUU, habían emprendido, según los medios de comunicación, una carrera
espacial que concluiría con el primer hombre pisando la superficie lunar.
Según esta
noticia, los norteamericanos habían ganado la carrera espacial
Había
llegado el gran día.
La hazaña
de produciría a 384.000
kilómetros de distancia.
En los días
previos la fabulosa nave Apolo 11 había emprendido el viaje llevando consigo
una capsula especial llamada “Águila” y se encontraban a bordo tres astronautas
norteamericanos estrenados desde años con ese objetivo: Neil Armstrong, Michael
Collins y Edwin Aldrin.
El descenso
en la superficie selenita se produciría la noche del día domingo 20 de julio.
Millones de
personas permanecerían esa noche frente a los televisores.
En
Quilicura la mayoría de las familias era de muy escasos recursos, de hecho no
circulaban muchos vehículos y esto aumentaba el aspecto de aldea apacible. Muy
pocos vecinos contaban con aparato de TV, eran de altísimo costo y carísimos en aquella
época. Los que tenían ese privilegio eran las familias más acomodadas de
nuestra apacible comuna.
Fue durante el año 1971, que la televisión se
expandió a muchos hogares con un aparato llamado “antú”, que formaba parte de
la política popular del Gobierno de Salvador Allende.
El día
domingo 20 de julio, en la plaza de Quilicura, llegó más gente de lo habitual a ver el
espectáculo del hombre en la luna.
Se tejían
todo tipo de conjeturas acerca de lo que ocurriría realmente allá en ese lejano
y poético satélite.
De hecho en
la parte introductoria a la trasmisión los panelistas hablaban de seres
extraterrestres, temblores, seres fantásticos, ciudades y mares.
Nosotros
esperábamos ansiosos la conexión que se haría por primera vez en la historia,
en directo, desde la luna y en conjunto
con todo el planeta.
El idioma inglés
y las voces entrecortadas de científicos y técnicos nos pusieron en alerta de
que estábamos viviendo el hecho más espectacular e inédito.
Las voces
incomprensibles para la mayoría de nosotros estaban cercadas de ruidos y
sonidos técnicos. El indicio inequívoco que nos encontrábamos en contacto con la NASA.
La imagen
solo distinguía líneas horizontales y fugaces, destellos luminosos sin ninguna
forma y el audio que casi se extinguía.
Las
personas que estábamos allí, permanecíamos estoicamente soportando el frío del
mes de julio y esta transmisión que
suponíamos era lo normal. Al cabo, era la primera transmisión de este tipo y
había que esperar.
Los
cálculos estimaban que el pie del primer hombre se posaría en la luna cerca de
las 22 horas.
Mirando y pretendiendo
escuchar algo de este singular hecho astronómico, nos dieron las 23.00 horas.
Fuimos muy
pocos los que permanecíamos frente al televisor, avivando los ojos y
segurísimos que lo que no podíamos apreciar, era lo normal.
Era muy
extraña la transmisión desde la luna.
Cerca ya de
la medianoche todos nos retiramos con mucho de frustración.
¿Eso era lo
habíamos esperado con tanta ilusión?
¿Eran estas
las imágenes que recibía todo el planeta tierra?
Sin duda
que no.
que tremendo relator !!! te adoro, estoy esperando que me pases a buscar para llevarme a donde quisiera tanto ir, claro que después me vienes a dejar y que nadie se entere, que ojala nadie note mi ausencia y no ocurra ni un imprevisto, aunque por estos días cualquier imprevisto no podría significar mucho, desde hace un tiempo todos los días cosas extrañísimas suceden . Te espero, resolvamos como ir y que todo siga su curso
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